lunes, 25 de julio de 2011

ESCOCIA

EDIMBURGO
Como decir que cinco días son suficientes, imposible, pero son los que teníamos para este viaje, y como no, aunque habíamos leído algo, cosa que recomendamos en todos los viajes para, si no todo, al menos ver la menor cantidad posible de cosas de las que te quedas admirando sin saber que son y que significan, lo que sí habíamos visto unas cuantas veces era "Braveheart"... Y otra vez despegamos¡¡¡¡ Y tras casi tres horas de vuelo bajamos en el aeropuerto de Prestwick, el cual parece que todos sus vuelos son de la misma compañía de bajo coste, la de las letras azules y el arpa amarilla,... Pero el motivo de no volar directamente a Edimburgo era que haciéndolo hasta este aeropuerto de Prestwick y viajando en autobús hasta la capital nos salía más económico. El contraste de temperatura era evidente respecto de Alicante. Se nos quitaron las ganas de ir en manga corta y gafas de sol como habíamos embarcado y nos pusimos jerseys  de invierno español y si nos descuidamos chubasqueros...


Pasamos de 35 grados a un máximo de 15. Cogimos un autobús gratuito proporcionado por la aerolínea hasta Glagow para atraer viajeros hasta ese aeropuerto, a unos 51 km, y desde la estación pagamos otro, ya con libras esterlinas, hasta la capital, Edimburgo, donde pasaríamos 3 de las 4 noches de nuestro viaje. Al ser un viaje de tan pocos días y tanto que ver habíamos decidido llevar contratada desde casa una excursión en minibús desde Edimburgo hasta el lago Ness, en una población llamada Fort August, con un guía en español. La contratamos a través de una página web, al igual que los vuelos y los hoteles, y aunque los de Glasgow son más económicos, preferimos pasar más tiempo en la capital por las buenas referencias que habíamos leído en otros blogs y en internet.
Cuando llegamos a Edimburgo, ya por la tarde, tuvimos que sacar el abrigo de nuestros apretados equipajes de mano ya que no llevábamos maleta facturada para ahorrar costes, para poder llegar al hotel porque el tiempo no permitía ir en manga corta. Unos españoles que nos encontramos nos indicaron que línea de autobús coger para llegar hasta nuestro hotel, o casa-hotel, ya que algo que se estila mucho en esta zona son los "Room&breakfast", que son casas antiguas de estilo victoriano del siglo XIX restauradas y convertidas en Bed & Breakfast.
 


Ya de camino en el autobús empezábamos a hacernos una idea de lo que veríamos en Edimburgo. Cuando llegamos al "Park View House Hotel", en el barrio de Leith, cerca de la costa, y dejamos los equipajes, nos fascinó el precioso parque que teníamos como panorámica desde la habitación. Las ventanas eran grandes portones que teníamos que subir entre dos, aunque solamente para airear, ya que hacía frío y hasta por las noches encendían la calefacción a pesar de ser el mes de julio. Todo fue asignar las camas y salimos a empezar a ver esta ciudad de aspecto lúgubre y llena de leyendas e historias tenebrosas, aprovechando que no se hacía completamente de noche hasta más tarde de las 11. Cogimos un autobús y nos bajamos en la avenida Princess Street, a la altura del Monumento a Walter Scott, y cruzamos por el puente de Waverley, que pasa por encima de la estación de trenes con el mismo nombre, en dirección a la mítica Royal Mile. El ambiente y la arquitectura nos recordaba al amigo Harry Potter, y es que su escritora escribió la mayor parte de la obra inspirándose en esta ciudad. Fotografiamos estas viviendas de aspecto novelesco.


Una de estas estampas la encontramos en la calle Cockburn, que une el puente de Waverley con la Royal Mile. Nada más subir la cuesta de la calle Cockburn aparecimos justo en frente de la Iglesia Tron Kirk, ya por fin en la famosa Royal Mile. Seguimos caminando hacia arriba en dirección al castillo, observando los edificios, las whiskerías, las tiendas de souvenirs, bares, la catedral de St. Giles y los "close's" (callejones), los cuales algunos de ellos esconden terroríficas historias y leyendas relacionadas con la gran epidemia de peste que se vivió en la ciudad en el siglo XVII. Se respiraba un ambiente fantasmal y misterioso, imaginamos que debido a las historias que esconde la ciudad.
 

Como era ya tarde estaba cerrada la entrada al recinto del castillo y el Museo del Whisky que se encontraba un poco más abajo de la entrada al castillo, aunque esto último no era tema de nuestro interés. Cometimos el fallo de entrar al primer restaurante que vimos empujados por el hambre y nos salió un poco cara la cena, por eso siempre recomendamos ojear los bares y los menús. En esta ciudad hay muchísimos españoles, según nos dijeron unos 50.000 censados, por lo que es fácil encontrar gente con la que nos entendamos bien y nos pueda indicar un buen sitio para comer bien por poco dinero.

Al día siguiente teníamos contratado un tour con guía español por las Highlands y el Lago Ness, a través de la web viajarporescocia.com. El tour nos llevaría todo el día y resultó ser en minibús, salía desde la Royal Mile e iba haciendo algunas paradas durante los alrededor de 250 km de ida que había hasta Fort Augustus en las que pudimos ver las peculiares vacas escocesas y los impresionantes paisajes montañosos con nubes bajas que tapaban las cumbres, todo lleno de pequeños lagos en medio de inmensas extensiones verdes y rocosas.

Paramos a mitad de camino en una zona que era como una especie de área de servicio aunque solamente había una pequeña tienda de regalos y un pequeño super y continuamos el viaje. Más adelante paramos en lo que parecía una especie de mirador y hacía un frío tremendo pero nos quedamos boquiabiertos de las vistas, si alguien llega a hacer sonar una gaita o poner la banda sonora de Braveheart se nos hubiesen saltado las lágrimas de emoción.


Continuamos el viaje hasta hasta nuestro destino sin hacer más paradas. Poco antes de llegar, la carretera pasaba junto al lago Loch Lochy, el cual está separado del lago Ness por un uno de los tramos del Canal de Caledonia que une la costa este con la costa oeste, uniendo todos los lagos intermedios. Y por fin entramos en el pequeño pueblo de Fort Augustus y comenzamos a recorrer el lugar. La guía del tour nos dijo que teníamos la posibilidad de montar en barco y adentrarnos en el lago pero preferimos quedarnos por el pueblo y comer por allí.



El pueblecito era precioso aunque tenía poco que ver. Dimos una vuelta y encontramos un pequeño bar escondido con unas mesas en la calle junto a una orilla del lago. Una chica que iba con nosotros en el bus incluso tuvo la osadía de bañarse con ese frío. Entramos a una especie de buffet y comimos comida fría porque los demás restaurantes se nos iban de las manos pero tampoco queríamos comer fish&chips. El tiempo que nos quedaba antes de la hora de quedada que nos habían dicho lo pasamos viendo como subían un barco enorme desde el lago Ness hacia el Loch Lochy por medio de las esclusas del canal de Caledonia que se ven en la fotografía y que dividen el pueblo.


Y de vuelta a Edimburgo nuevamente escuchando a nuestra guía de Salamanca, sólamente paramos en un pequeño y solitario monumento en mitad de la nada en recuerdo de los soldados escoceses fallecidos en la Segunda Guerra Mundial y en un minúsculo pueblo llamado Dunkeld, el cual tenía una abadía medio derruida pero que contaba con una pequeña y antigua capilla en la que pudimos entrar libremente. Los alrededores de la abadía eran un manto verde ocupado por tumbas de piedra antiquísima, bancos de madera, árboles de un agradable verdor y un caudaloso río.

Poco antes de las 6 de la tarde salimos del recinto puesto que cerraban las puertas al público, aunque éramos los únicos. Y nuevamente al bus y último tramo hasta la capital.

Y con cientos de kilómetros a la espalda nos fuimos a buscar un sitio para cenar llamdo "The Tron" que nos había recomendado la guía. Estaba cerca de la Royal Mile a la altura de la Iglesia de Tron Kirk. Era un tipico bar de copas escocés y a la vez servían platos para cenas a buen precio. Terminamos de cenar y cogimos la línea de bus que nos dejaba más cerca del hotel.


El tercer día subimos caminado hasta el castillo pero debido a la cola que había y según acordamos entre los miembros del grupo decidimos ver todo lo que fuese posible sin sacar entrada y tomar unas fotos del exterior. Después entramos a la tienda del museo del whisky y a continuación fuimos al Museo Nacional de Escocia. Puedes encontrar desde una maqueta de un fórmula uno antiguo hasta un antiguo telar, pasando por objetos prehistórico.


En Escocia los cementerios son muy visitados por los turistas. Sus tumbas centenarias junto con un ambiente tétrico incitan a pensar en novelas de terror y otras oscuras historias, incluso se hacen visitas guiadas nocturnas.Por ello otra de las visitas que hicimos fue al famoso cementerio de Greyfriars, donde se encuentra una placa en memoria del famoso perro Bobby, el cual pasó catorce años cuidando la tumba de su dueño fallecido. Recorrimos todos los rincones admirando las tumbas del siglo XVIII sobre un manto de césped. Después de comer fuimos hasta la zona de Calton Hill donde se encuentra una serie de monumentos, uno de ellos conocido por parecerse a las ruinas de Atenas. Después subimos a una especie de faro por unas escaleras de caracol interminables pero que merecieron la pena por las impresionantes vistas que pudimos divisar de toda la ciudad. Y por último decidimos bajar hasta donde comienza la Royal Mile para ver el Parlamento Escocés y el Palaclo de Holyrood. Y esto fue lo último que visitamos en Edimburgo.



STIRLING
El siguiente día salimos en bus hacia Stirling, y una vez allí subimos al castillo en otro bus. Tomamos unas fotografías de la estatua de Robert de Bruce con la fecha de 24 de junio de 1314, día que los escoceses ganaron la independencia de Inglaterra en la Batalla de Bannockburn. Otras batallas de "Braveheart" como la del "Puente de Stirling", en la cual Wallace venció a los ingleses, nos venían a la cabeza, ya que estábamos muy cerca de esos escenarios como nos recordaba la postal que ofrecían las vistas desde lo alto del castillo. A lo lejos se podía observar el monumento a William Wallace en una colina, así como enormes llanuras verdes con ganado. El paisaje aunque ha cambaido mucho desde el siglo XIV sigue siendo espectacular.


Este castillo si que no queríamos dejar de visitarlo ya que para nosotros era más importante que el de Edimburgo. Recorrimos todos los rincones escuchando cada comentario de la audioguía que te entregan con la misma entarda y siendo conscientes del lugar tan históricamente importante en el que nos encontrábamos. Con el medio día que teníamos fue suficiente para ver lo que queríamos ver, salvo el monumento a William Wallace que no pudimos visitar por motivos de agenda.
La bajada al centro de Stirling la hicimos caminando por disfrutar un poco más y ver el ambiente y las calles y demás. Sólamente nos quedaba tiempo para comer y coger el bus que nos llevaría a Glasgow para darle una visita rápida esa última tarde de nuestro viaje.






 




GLASGOW
Y ya estábamos en la ciudad más poblada de Escocia, aunque solo la conocíamos por sus dos equipo locales más importantes de fútbol, el Glasgow Rangers y el Celtic con tan solo una tarde para ojearla. En el mes de julio y llovía a más no poder. En esta ciudad los hoteles son más económicos que en la capital y es una ciudad más moderna y con una historia mucho más industrial. En Glasgow se encuentra la central escocesa de la BBC. Por el poco tiempo del que disponíamos decidimos montarnos en un bus turístico que costaba 11 libras e ir en la zona cubierta porque llovía a mares. Nos fue llevando a los lugares más importantes con una explicación por medio de auriculares pero no bajamos en ninguna parada.


No nos gustó mucho este modo de ver la ciudad pero no se podía hacer mucho más por "el tiempo", en sus dos variantes. En la imagen de la derecha se observa la entrada a la Universidad. A pesar de ser una ciudad más moderna sigue manteniendo una estructura muy cuidada que recordaba a la época de la "Revolución Industrial" con edificios de antiguas fábricas restaurados y utilizados para todo tipo de actividades empresariales, hoteles  y demás.Pasamos por algunos puentes famosos que pasan sobre el río Clyde, que fue una pieza fundamental para el desarrollo industrial de Galsgow.


Nos hubiese gustado patear más esta urbe pero estábamos satisfechos porque habíamos aprovechado el tiempo que teníamos de la mejor forma posible y nos llevábamos una nueva y buena experiencia de un "país" muy noble, con unas gentes muy amables y tranquilas y unos paisajes únicos. Estábamos más contentos que un ocho por haber pisado la misma tierra donde William Wallace libró su gran batalla venciendo al ejército inglés en aquel puente saboteado.



  

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