martes, 31 de agosto de 2010

ITALIA

ROMA
Con pocas nociones de historia de la época de los romanos, pero con una cantidad innumerable de reproducciones de "Gladiator" a nuestras espaldas, decidimos visitar la antigua Capital del Imperio Romano y actual capital de Italia, Roma, y como teníamos muchas ganas de comer pasta y teníamos 9 días y 8 noches para gastar decidimos también visitar Florencia y Pisa, la preciosa Venecia y dar una pequeña pasada rápida a Milán, desde donde teníamos nuestro avión de vuelta a Alicante.

Bueno, maleta preparada, ropa justa, comida entre calcetines y demás prendas, maleta de mano, o mejor dicho, mochila, también llena de comida para no comprar en el avión nada, cámara de fotos con dos tarjetas de memoria, dos baterías y un pequeño trípode, muy útil (es mi consejo), sobre todo para fotografías en grupo e imágenes nocturnas, billetes y demás documentos necesarios proporcionados por la agencia de viajes, y por fin despegamos¡¡¡
Una vez aterrizamos y recogimos las maletas, a la salida del aeropuerto nos esperaba un señor serio con un papel que ponía nuestro nombre para llevarnos al hotel "Mamiani" de 3 estrellas, es decir, un 2 estrellas español. Este servicio lo llevamos precontratado de la agencia y es muy cómodo ya que te evita de transporte publico por lo menos ese día que vas cargado de maleta. Casi sin comer empezamos a ver lo que llamamos "la ciudad de las piedras", cariñosamente. Roma solo cuenta con dos líneas de metro, por lo que combinábamos este medio con el más antiguo del mundo, andar, y mereció la pena.

En los días que nos llevaron en la ciudad vimos la plaza de Venecia y el Monumento a Víctor Manuel II, la preciosa Fontana di Trevi, Plaza del Popolo, Plaza de España, el Panteón, por supuesto el Arco de Constantino, el Foro Romano y el Coliseo, recomendando para estos dos últimos sacar la entrada, si se quiere, en el Foro Romano y no hacer cola en el Coliseo ya que la entrada es válida para ambos, y aunque hay quien dice que no merece la pena entrar, yo no podía venirme sin hacerlo aunque fuese solo para imaginarme a Máximo Décimo Meridio luchando en la arena. Visitamos la ciudad del Vaticano, aunque no entramos dentro de la Capilla Sixtina debido a la tremendísima cola y solo hicimos la que nos permitía entrar de forma gratuita donde se encuentran las tumbas de los Papas y otras dependencias que se pueden ver. Ojo las mujeres que enseñen mucho el cuerpo no les permiten entrar, tirantes o pantalones muy cortos. Pasamos también por el castillo de San Angelo y el puente de Vitorio Emanuele sobre el río Tíber, la Plaza Narbona, muy simbólica esta con pintores a pie de calle y lo que queda de Circo Máximo.

En cuanto a comida hay muchos bares con menús económicos, normalmente pasta, pero se pueden comer otras cosas decentes también ya que la comida es muy mediterránea. Recomendamos buscar mucho y no entrar al primer bar que encuentres, y siempre alejado de puntos turísticos clave ya que las diferencias son desorbitadas, tanto en comida como en otros productos. En esta ciudad puedes encontrar agua en algunas fuentes de forma gratuita por lo que es recomendable llevar una mochila con alguna botellita para ir recargando.
Lo que más nos gusta de Roma es el ambiente multicultural y sentir cada calle y sus gentes, será porque es un país muy mediterráneo y me recuerda a España y eso nos hace sentir como en casa, aunque esto también incluye lo de la "picaresca".Otro factor es la cantidad de historia que recorre cada piedra, si no sabes mucho de historia como nosotros lo mejor es hacer un tour guiado en español, y si es gratuito mucho mejor. Aunque nosotros no lo hicimos, sale un free tour todos los días a las 5 de la tarde en la Plaza de España. No olvidéis la propina a esta gente por favor.
FLORENCIA
Tras sacar los billetes de tren hacia Florencia el día antes de salir, llegamos a la ciudad y nos alojamos en el "hotel B&H Diplomat ***" justo enfrente de la estación de trenes. Con Roma cargada en las piernas, sacamos los billetes de tren para ir a Pisa en 2 horas y el billete a Venecia para el día siguiente, comimos y nada más terminar salimos hacia la famosa torre inclinada. En una hora estábamos en Pisa y nos enteramos que hay que coger un bus llamado "Lam Rossa" para ir a la torre de Pisa y el Duomo. Una vez allí decidimos no entrar a la torre por decisión democrática del grupo y sacar la entrada al Duomo y ver la catedral por dentro, donde al poco de estar en el interior una voz celestial empezó a cantar, mejor dicho, a sonar en forma de melodía, y sonaba de forma increíble debido al eco que generaba la estructura, creo que era con ayuda de altavoces pero estuvo genial. Volvimos al hotel ya tarde. A otro día preguntamos al recepcionista si no permitiría dejar las maletas en el hotel aunque ya fuera de la habitación para ver la ciudad, ya que esa misma tarde saldríamos hacia Venecia.


Florencia nos pareció bastante más pequeña y cuidada que la capital. Un lugar que nos gustó bastante fue el puente Vecchio, sobre el río Arno, con sus casas y comercios sobre él. También visitamos la catedral de Florencia y la Plaza de la Signoria donde se encuentra una réplica del David de Miguel Ángel y otras figuras asombrosas. En esta plaza también se encuentra el Palacio Veecchio, cuyo interior es un museo y desde la planta de arriba hay unas buenas vistas de la ciudad. Como se nos acababa el tiempo, volvimos al hotel, recogimos las maletas y tras cenar algo rápido salimos hacia la ciudad de los canales.
 

Florencia es preciosa, nos dejó una buena impresión aunque merecía más tiempo para exprimirla. En ella no solo puedes descubrir numerosas obras de arte que nosotros solo éramos capaces de admirar pero no de entender sino que con solo contemplar el cauce de su río, sus puentes, paisajes, monumentos o caminar por sus calles te agrada la vista y los sentidos. 

VENECIA
Con la misión cumplida en Florencia y Pisa cogimos nuestro tren en dirección a una de las ciudades mas conocidas del mundo por lo que no hace falta ni que me extienda en explicarlo, solo insistir e invitaros a que la visitéis, y solo así podréis expresar lo que se siente.
Nada más bajarnos del tren y salir de la estación, te haces una pequeña idea de lo especial que es el lugar donde acabas de llegar. Justo al bajar las escaleras de la estación nos encontramos una parada de vaporetto, que son como una línea de autobuses pero por el agua, que van haciendo paradas a un lado y otro del canal. Sacamos los tickets y miramos nuestro plano, que conseguimos allí mismo, para localizar la parada más cercana a nuestro hotel que estaba situado en "Campo Santa María Formosa". Localizada la parada nos montamos en uno de estos barcos y como "nuevos" que éramos nos dispusimos a ver quien picaba los tickets, dándonos cuenta que nadie los pedía, por lo que la mayoría de la gente se montaba sin sacar billete ¡¡¡ Cosa que hicimos en lo sucesivo, a excepción de cuando fuimos a las islas de Lido y Murano. Tras bajarnos en nuestra parada y darle unas cuantas vueltas al mapa para situarnos entre tanta callejuela y tras pasar por encima de unos cuantos puentes, por fin encontramos el antiguo "hotel Scandinavia ***". Al entrar en la recepción la primera sensación fue un olor a madera vieja, lo que nos presagió lo que ya imaginábamos, es un hotel del siglo XVII que conserva muy bien el aspecto original, y como en aquel siglo, no existía ascensor, por lo que fueron 3 duros pisos con suelo de moqueta cargados con las maletas. La habitación tenía las comodidades de un hostal o como mucho un hotel ** español, pero no nos importaba porque al fin y al cabo era solo para dormir.

Todo fue dejar las maletas y empezar a recorrer sus callejuelas, canales, tiendas, puentes como el de Rialto, con una espectacular vista, sobre todo de noche, y el de los Suspiros, por donde pasaban los presos hacia los calabozos antes de morir. Éste último se podía visitar y pasar por su interior contratando una excursión en el Palacio Ducal, cosa que no hicimos y espero hacer la próxima vez que visite la ciudad. Algo que no hicimos fue dar un paseo en las famosas góndolas ya que no había tiempo y además es algo más bien romántico, para parejas. Puedes montar en una ellas por 60€, aunque empezarán pidiéndote 100, pero regatea. Otra positiva peculiaridad fue que, por motivos obvios, es una ciudad libre totalmente de tráfico rodado, prácticamente ni bicicletas, y eso se agradece mucho.

Otro lugar por excelencia que visitamos fue la Plaza de San Marcos y su peculiar inundación con la subida de la marea, con esa música clásica ondeando, sus artistas callejeros, sus gentes, sus máscaras y sus famosos carnavales, aunque claro, para verlos deberás ir en febrero. Una vez de noche quisimos romper la tradición que estábamos haciendo en este viaje de no salir de noche y decidimos contemplar las estampas nocturnas que te ofrece Venecia, por lo que volvimos a ver la Plaza de San Marcos y el Puente de Rialto, donde tomamos la fotografía siguiente desde lo alto del puente, y también sobre este mismo puente nos encontramos a uno de estos artistas callejeros tocando con un arpa la melodía de la película Titanic. Bien merecía la propina que le dejamos en su sombrero.
Esa noche, ya tumbados en las camas del hotel, y con las piernas condolidas, decidimos que al día siguiente iríamos por la mañana a ver la isla de Murano y por la tarde visitaríamos la de Lido, para ver sus playas y el Mar Adriático al atardecer. Y llegó nuestro último día en Venecia. Después de desayunar caminamos hacia una parada de vaporetto y sacamos los tickets para Murano y embarcamos rumbo a esta isla, famosa por su producción de vidrio de todas las formas y colores de lo más extrañas. Durante el trayecto pudimos observar la isla de San Michele, también conocida como el cementerio de Venecia, en la que como es evidente, los féretros se trasladan en barcos para ser enterrados. Cuando llegamos a Murano dimos un paseo y pronto observamos que es como un barrio separado de Venecia, tomamos fotos y entramos al Museo del Vidrio. Es curioso ver la cantidad de formas retorcidas y colores que se le pueden dar a este material.

Aprovechamos para comprar algunos regalos para nuestra gente, algunos pares de pendientes y cosas por el estilo, después de entrar en muchas tiendas y comparar precios como ya recomendamos anteriormente. Después nos dediquemos a pasear sin plano y adentrándonos por callejuelas al azar y descubrimos que en esta isla, fuera del mismo centro, hay muchas casas deshabitadas, y al callejear por ellas se respiraba un ambiente extraño y de soledad, que te transportaba décadas atrás, y como si por algún motivo desconocido la gente de aquella zona se hubiese ido de allí, dejando las casa abandonadas, aunque cuando vuelves al centro para coger de nuevo el vaporetto esa sensación se disipa con el ambiente turístico. Era la hora de comer y decidimos volver a Venecia para después partir hacia Lido. Una vez en esta isla fuimos directos del barco a la playa y estuvimos metiendo los tobillos al agua y alguno cogiendo un poco de arena en un botellín de agua para llevárselo a España a modo de recuerdo. Al empezar a caer el Sol nos volvimos a Venecia y pudimos divisar en el trayecto como se ponía el Astro Rey con la ciudad de fondo, imagen que captemos en nuestro objetivo para el recuerdo.
Nos dimos cuenta mientras cenábamos cerca del hotel que aquella tarde había sido una tarde agridulce ya que Venecia nos había dejado encantados y fascinados y sabíamos que al día siguiente tendríamos que irnos de allí con dirección a Milán, la última ciudad de nuestro viaje. Algo que se latente en todos es que si volviésemos a Italia y solo pudiésemos visitar una ciudad, esa yo creo que sin duda sería Venecia.

MILAN
Al día siguiente y casi sin darnos cuenta ya estábamos llegando a la ciudad de la moda de Italia. En las mismas paredes de la estación ya se dejaba sentir el estilo moderno y cosmopolita, con grandes carteles publicitarios de grandes marcas de moda de alto nivel. Nos dirigimos a la salida de la estación y comenzamos a caminar por la gran avenida que hay justo enfrente y a situarnos sobre el plano para buscar el hotel, dejar las maletas y empezar a recorrer esta ciudad, muy diferente de las anteriores.
El ambiente que se respiraba poco tenía que ver con el de Roma. Grandes edificios de oficinas acristalados, tiendas de todo tipo y galerías comerciales como la famosa de Vitorio Emanuele II, justo al lado de la Catedral, donde se encuentran tiendas de marcas de muy alto prestigio, eran la imagen que te deja grabada Milán a simple vista, pero detrás de todo esto también había museos de todo tipo como el Museo de la Ciencia y la Tecnología de Leonardo Da Vinci, donde se encuentra una de sus obras más famosas, el cuadro de "La última Cena". Debido a que había que reservar con días de antelación no nos fue posible poder ver esta obra del siglo XVI.
 
Pasamos por el Castillo de Sforzesco, vimos sus patios y pasamos al gran parque de Sempione, situado justo detrás del castillo, y donde al final del parque se encuentra el Arco de la Paz, del estilo del Arco de Triunfo de París. El interior del castillo es un museo de arte.
Por la tarde cogimos un tranvía para ir a ver el estadio de los equipos de fútbol de la ciudad, San Siro. Nos llamó la atención y nos gustó este medio de transporte de Milán ya que sus monorraíles eran de un estilo antiguo, de principios del siglo pasado, que contrastan con la modernidad del lugar.

A la vuelta dimos un paseo para observar la ciudad por última vez antes de que anocheciese del todo y sacamos los billetes de autobús que nos llevarían a otro día muy temprano al aeropuerto de Bergamo para regresar a casa.

Y sonó el despertador siendo aún de noche, nos levantamos como pudimos y nos dirigimos a coger autobús con la hora justa. Una vez en el aeropuerto desayunamos y nos quedamos tirados en unos bancos mientras se hacía la hora de facturar las maletas, y otra vez sin darnos cuenta estábamos escuchando las instrucciones de seguridad de esta compañia low cost y volando de vuelta a España, ojeando las más de mil fotos que habíamos realizado durante todo este viaje y empezando a perfilar como sería el montaje fotográfico que realizaríamos, como hacemos en cada viaje que se precia. 

Quizás podríamos haberlo organizado de otra manera, pero así fue como lo hicimos, 9 eran los días que teníamos y 4 las ciudades que entre los que íbamos decidimos visitar por libre, y aunque sabíamos que habrían cosas para las que no tendríamos tiempo, fue un viaje increíble, lleno de historia, de los que nunca se olvidan.

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