El río Sena atraviesa la ciudad por el mismo centro, por lo que es un medio que permite al turista ver algunos de los principales monumentos como Notre-Dame, que se encuentran muy cerca de su cauce. Hay varias opciones para pasear por este conocido río. Una de ellas es una línea regular de barcos con varias paradas junto a la Torre Eiffel y Notredame y otra son los minicruceros que se suelen llevar ya precontratados por Internet por motivos de disponibilidad aunque también puedes contratarlos allí si hay plazas. Estos cruceros los hay para todos los bolsillos, y no por mucho dinero puedes hacer un crucero y cenar a los pies de la Torre Eiffel. Nosotros elegimos la opción de un crucero con "Bateaux Parisien" y luego cena en su restaurante, situado sobre una plataforma sobre el río, con una vista preciosa a la Torre y al Sena.
Como es habitual había una larga cola para poder acceder a la parte superior. Por todas la paredes se encuentran esculpidas escrituras en honor a los ejércitos de Napoleón y justo bajo el arco se encuentra la "Tumba del Soldado Desconocido", donde una llama siempre encendida recuerda a los que dieron la vida por Francia. Tras dar por finalizada la visita y comer en un restaurante en los Campos Elíseos, acorde a nuestra economía.
El resto de la tarde la dedicamos a pasear y a estar tumbados por los Campos de Mars, donde había cientos de personas por el césped haciendo multitud de actividades espontáneas, desde simplemente disfrutar del ambiente y las vistas del lugar hasta un grupo de adolescentes realizando una coreografía de Mikel Jackson, compuesta por personas de diferentes culturas, y fue en ese momento cuando observamos por primera vez la idílica Torre Eiffel. Habíamos reservado por Internet, para evitar colas, la entrada a la planta más alta de la torre para una hora concreta. Y de pronto estábamos subiendo en uno de sus ascensores hasta la planta intermedia. Recomendamos subir bien abrigados...
Empezaba a anochecer y por fin llegamos a lo más alto, la vista era espectacular, yo creo que no éramos conscientes de lo que teníamos ante nuestros ojos ni de que estábamos pisando la estructura de hierro más conocida, glamurosa y romántica del mundo¡¡¡¡. Al poco de estar arriba encendieron la iluminación y sus famosos destellos azules. Después de casi dos horas decidimos finalizar la visita.
Nuevamente en los Campos de Mars y alejándonos del monumento no podíamos parar de mirar hacia atrás como atraídos por lo majestuoso de la obra y su iluminación. La última vista importante del día fue la del edificio de la Escuela Militar, junto al que se encuentra una boca de metro con el mismo nombre y que nos llevaría, después de algún cambio de líneas, cerca de nuestro hotel. Tras cenar en uno de los miles de kebab existentes, el postre fue un empachoso crep de nutella, muy conocidos en París y que nos habían recomendado probar. Entradas Torre Eiffel
El siguiente día comenzamos cogiendo el metro y visitando la Fuente de los Continentes que se encuentra en un parque anexo a la parte sur de los Jardines de Luxemburgo y seguidamente entramos a este último. Es precioso, montones de personas por todos los rincones y alrededor de un estanque junto al edificio del Senado en el que niños juegan con pequeños barcos teledirigidos mientras los padres toman el sol en sillas metálicas dispuestas allí para los visitantes.
A mediodía estábamos observando la imponente fachada con sus gárgolas y su diseño gótico de entre los siglos XII y XIV que tanto nos recordaba al éxito de Disney, el Jorobado de Notre-Dame. La entrada era gratuita y no había demasiada cola pero para subir a las torres había una cola que bordeaba media catedral. Con solamente entrar te invade la sensación de una vuelta atrás en el tiempo. Lo más llamativo son sus enormes vidrieras de colores, su altar y sus capillas y todos los elementos arquitectónicos que llevan tantos siglos y que han visto grandes ceremonias como la Coronación de Napoleón Bonaparte en 1804.
La siguiente visita fue al Museo del la Armada, en la zona "Des Inválides". La entrada fue gratuita por ser menores de 26 años residentes en la Unión Europea con solo mostrar el DNI. Pasamos por todas las salas del museo que van mostrando infinidad de objetos de las distintas épocas de todas las guerras ocurridas y donde se pueden ver objetos de todos los siglos y de todas las culturas con las que Francia estuvo en conflicto y obtuvo como motines que allí se muestran junto con los suyos propios. Unas de las salas más destacadas son las de las dos Guerras Mundiales.
En el interior del Palacio y al ir viendo habitación tras habitación, se va observando como si el tiempo se hubiese detenido en época de lujos desmedidos de Luis XVI y María Antonieta. Esta última contaba con unas dependencias propias aparte del palacio principal, conocidas como el Dominio de María Antonieta.
Tan majestuoso como los decorados del interior son los Jardines de Versalles, una gigante obra de arte que se puede ver caminando, e incluso se alquilan bicicletas y carritos de golf por su enorme extensión. Se realizan espectáculos con agua y música clásica llamados "Aguas musicales" que merece la pena ver. Nos ha costado mucho elegir las fotos que mejor mostrasen la belleza del conjunto de Versalles, es de los más bello que se puede visitar. Nos quedamos con ganas de ver los espectáculos nocturnos que realizan. Web del Palacio de Versalles
Cualquier persona que escuche la palabra "Louvre" le viene a la cabeza París, Triángulos de cristal, la película del Código da Vinci y arte en su estado más exquisito. Este enorme museo situado en el Palacio del Louvre, antigua residencia de reyes, alberga en todas sus plantas obras de arte y objetos cogidos prestados de otro países como Egipto, países de oriente y muchos otros lugares donde Napoleón iba pasando y conquistando. Es imprescindible coger el plano para no perderse por él y aunque no se tenga muchos conocimientos de arte es imperdonable no recorrer todas las salas y por supuesto no perderse la de Egipto, el cuadro de la Coronación de Napoleón, las estancias de los reyes y La Mona Lisa. Es muy recomendable cogerse una audioguía y hay quien dice que necesitaría días para verlo pero nosotros nos conformamos con poco más de medio día. Museo Louvre
El resto de la tarde y noche lo pasamos en el barrio de Montmartre, visitando la basílica del Sagrado Corazón y contemplando una vista de París desde lo alto de esta colina a la que se puede subir caminando o en fonicular, con un billete simple de metro o con nuestro París Visite. En las escaleras que se encuentran frente a la puerta de la basílica siempre hay montones de personas cantando o viendo a artistas desconocidos, lo que crea un ambiente de multiculturalidad fascinante.
Ya anocheciendo vimos la fachada del conocido Molino Rojo y dimos una vuelta por la zona donde se pueden observar mayoritariamente sex-shops, salas de streepteas y muchos kebabs. En general se ve un barrio diferente a lo visto hasta ahora, quizás puede dar la impresión de ser quizás algo desenfrenado y lujurioso o al menos es la impresión que nos dio a nosotros pero la cuestión es que no por una cosa o por otra no se debería dejar de visitar.ya que como dicen en la diferencia está el gusto.
Y el último día, después de una desesperante cola, empezamos con las Catacumbas. Para nosotros fue una experiencia curiosa, llamativa y que te hace reflexionar pero puede haber personas que no sean capaces de soportar la tenebrosidad de los pasillos y el ver huesos de miles de personados amontonados y ordenados por calles y cementerios de los que se obtuvieron los restos. Solamente se pueden recorrer una pequeña parte de los túneles subterráneos que existen bajo París y que albergan muchos más huesos pero no se encuentran abiertos al público por motivos de seguridad. Web de la Catacumbas
Para la última tarde teníamos reservada la guinda al pastel. Un crucero por el Sena y una cena practicamente a los pies de la Torre Eiffel en el restaurante Bistro Parisien que la empresa tiene en el muelle. Hay numerosas posibilidades pero nosotros elegimos salir desde el muelle de Torre Eiffel e hicimos un crucero de una hora sentados junto a la barandilla del barco y observando desde el cauce los monumentos a las orillas y la vida del río. Es imperdonable estar en París y no disfrutar del Sena en buena compañía. Seguidamente teníamos la cena, y fue espectacular cenar con un buen vino viendo la torre iluminada y ver llover a cántaros. La única pega fue no tener carta en español pero el lenguaje de los gestos funciona en todos los lugares. De vuelta al hotel tomamos las últimas fotografías nocturnas y nos quedábamos con ganas de exprimir más la ciudad, pero el tiempo era limitado y había llegado a su final en este viaje de ensueño. Web de la compañía Bateaux Parisien
La mañana siguiente nos esperaba el transporte privado para llevarnos al aeropuerto de Beauvais y aunque había una hora de camino, cuando nos dimos cuenta estábamos escuchando nuevamente las instrucciones de seguridad de Ryanair.
Aunque el mundo es muy grande y queda mucho por ver, esperamos volver alguna vez a esta metrópolis del glamur.
No hay comentarios:
Publicar un comentario